Detrás de la palabra BPA se esconde el compuesto bisfenol A. Se utiliza en la producción de plásticos necesarios para, por ejemplo en la construcción o la medicina, sino también en productos que entran en contacto con alimentos o agua potable. El bisfenol A puede liberarse posteriormente de estos productos a los alimentos y detectarse en la sangre. Desde el siglo pasado se sospechaba que el BPA podía ser tóxico, por lo que se ha investigado en diversos estudios. Según algunos de ellos, el bisfenol A ha demostrado ser nocivo en experimentos con animales de laboratorio. Por ello, la Unión Europea ha retirado temporalmente del mercado los biberones que contienen BPA, así como los envases de alimentos para niños menores de 3 años. La presunta toxicidad del BPA para los seres humanos sigue siendo objeto de investigación.

En este contexto, la etiqueta "sin BPA" nos indica que no se ha utilizado bisfenol A en el producto. Por tanto, los productos están fabricados sin él, lo que indica la salubridad de dichos utensilios.